Mi inquietud por atisbar “la otra orilla” entre Mallorca y la península me ha llevado esta vez a tierras catalanas, concretamente a las montañas de Tarragona, uno de tantos puntos privilegiados de la costa del levante peninsular que permiten divisar la distante Sierra de Tramuntana mallorquina sobre el horizonte marítimo.
La elección de estas fechas —final de noviembre— no ha sido aleatoria, sino que corresponde a un momento óptimo para su observación. Efectivamente, en esta época del año, el lugar por donde sale el sol coincide con la ubicación de Mallorca. El intenso brillo del orto solar en ese área del cielo genera un marcado contraste de luz con cualquier objeto situado en esa zona —en este caso las montañas isleñas—, circunstancia que incrementa al máximo su visibilidad. Eso sí, en condiciones meteorológicas favorables: aire limpio y ausencia de nubosidad.
Con el fin de sacar un poco más de provecho del viaje he creído interesante, además, hacer coincidir esta visita con una fecha muy específica: el día en que el disco solar asoma por detrás del Puig Major, máxima elevación de Mallorca. A la sazón, intento ya realizado el pasado invierno desde las montañas de Castellón, desgraciadamente ensombrecido por una mediocre visibilidad. Esta vez, la fortuna me ha sonreído con una meteorología espléndida, permitiéndome disfrutar de mi primera visión clara y nítida de la isla desde la península, además de la citada conjunción solar.
La contemplación de tierras mallorquinas desde aquí es posible a simple vista, aunque difícilmente podrán apreciarse detalles sin el uso de unos buenos prismáticos o un buen teleobjetivo.
En mi caso personal, como mallorquín, el hecho de observar desde un punto tan lejano la silueta de la Sierra de Tramuntana por la que he caminado toda la vida genera en mí un importante impacto emocional. Esos son los momentos mágicos que justifican la parafernalia del viaje. Este tipo de experiencias tienen un significado puramente simbólico, fruto de unas circunstancias personales concretas. Alguien habló una vez de la «geografía emocional», un enfoque del tema con el que me siento identificado.
A nivel fotográfico, no existe intención alguna de obtener imágenes artísticas, sino meramente testimoniales que documenten el acontecimiento. Eso sí, a veces el azar permite que ambos aspectos se unan… y si así sucede, ¡muy bienvenidos sean!
En esta ocasión, el punto de observación elegido fue el Massís dels Ports, cumbre accesible por carretera desde la capital del Baix Ebre, Tortosa.
Desde sus respetables 1434 m. de altitud, esta cumbre permite disfrutar de unas extensas vistas sobre “els Ports”, como se les conoce en la región; una extensa cordillera mediterránea que guarda una gran similitud con las montañas mallorquinas. También destaca particularmente la vista del delta del Ebro, un vasto territorio de marismas y delgadas mangas de tierra sobre el mar que llama la atención por las caprichosas formas y texturas que adoptan con el multicolor contraluz del amanecer. Desde estas alturas, y con una buena visión lejana, en días limpios se aprecian paisajes tan distantes como Mallorca, el macizo de Montserrat, los Pirineos oscenses y catalanes así como las montañas de Teruel, Castellón e incluso Alicante.
Marcos, eres un gran profesional y ante todo, un gran apasionado de la fotografía. Has conseguido captar el momento acompañado de belleza.
Como siempre, compartes tus conocimientos de una forma didáctica y amena. Mi más sincera felicitación. Recibe un fuerte abrazo.
Gracias Rafael por pasarte por mi blog y dejar tu atento comentario. Efectivamente, esta vez ha habido «suerte» y he conseguido lo que me proponía. Nuna se sabe cuando estás a merced de los elementos. Siempre intento añadir un poco de «ciencia» a mis relatos de «horizontes», pensando en los posibles nuevos lectores que agradecerán un poco de «contexto». Un fuerte abrazo. Hasta pronto.
This is «extreme», Macros! Great photos and great explanations. I like your phrase «geografía emocional». It makes the difference.
Guten Morgen Markus. Thank you for visiting my blog and leaving an enthousiastic comment. I’m happy that you liked my story. I’m as stubborn with photography as in making espressos! he he he. Extreme could be the word? Cheers.
Impresionantes fotos.
Yo nací en Alicante, aunque vivo en Madrid, y mi pueblo en Calpe.
Te puedo decir que es días muy claro, desde lo alto del Peñon de Ifach se pueden divisar las tierras mallorquinas también, pero se tienen que reunir una serie de condiciones para que eso suceda.
Espero que no vengan aquí los locos de la tierra plana a decir que esto son las pruebas de su teoría.
Un saludo.
Me alegro de ver estas impresionantes fotografías.
Soy de Tortosa, amante de la montaña, hijo y nieto de familia de fotógrafos.
Había oído que desde la cima de Mont Caro se podía ver el resplandor de Mallorca,
en noches especialmente claras. Pues con esta evidencia, se superan las expectativas.
La verdad es que lo máximo que he llegado a ver son las Islas Columbretes
y las montañas de los Pirineos nevadas.
Tras ver estas fotos, me han entrado ganas de subir a Caro, con prismáticos, claro;
mi cámara (250 mm) no creo que alcance a tomar esta foto.
Pienso subir una tarde, después de un día de lluvia, en que la atmósfera queda completamente limpia.
El Delta del Ebro se ve precioso cuando queda iluminado por el sol a nuestras espaldas (y Mallorca al fondo…)
Enhorabuena por las fotografías. Un saludo.
Hola Lluís,
Gracias por visitarme y dejar tu comentario.
La época del año más favorable para divisar Mallorca desde el Caro va desde noviembre a enero. El momento, los minutos previos al amanecer. Esto es así por el fuerte contraste de luz generado gracias a la posición del sol al amanecer, justo detrás de la isla. Y naturalmente, un día de aire limpio y ausencia de nubes. Además de las Columbretes, en días buenos, desde el Caro se aprecia con claridad y a simple vista la serra de Tramuntana mallorquina en casi toda su longitud de 70km. Si cuentas con ayudas ópticas como prismáticos o un buen teleobjetivo, se pueden apreciar los relieves con más detalle, incluyendo los radares militares del Puig Major (1.436m.) o las antenas de la serra d’Alfàbia (1030m.). La focal de 250mm de tu cámara puede darte unos resultados bastante aceptables, sobre todo si incluyes en la composición los pintorescos patrones de colores y luces del Delta del Ebre. Está en mis planes volver para repetir la experiencia. Espero que se acabe toda esta locura del Corona para regresar. Suerte tienes de tener este maravilloso mirador a una hora de coche de tu casa. Si yo viviera en Tortosa, subiría cada dos por tres. Suerte en tus intentos. Un abrazo.
Buenas tardes, no sé cómo adjuntar archivos….no veo información pero estoy segura que es lo mismo que se ve desde el mirador de Vila romana de Altafulla. Son unas vistas espectaculares.
Gracias Narci por visitarme y dejar tu comentario.
Las observaciones lejanas en el horizonte como la que ilustro en este artículo son sólo posibles desde grandes altitudes. En este caso, los 1400 metros del Mont Caro, que permiten divisar tierras a más de 170 km. de distancia. No es el caso del ejemplo que mencionas, la Vola Romana de Altafulla, ya que se ubica a nivel del mar. Un saludo.
Un crack, vi esto por ahí y ahora sé el autor. A mi me fascina saber lo pequeño que es el mundo. Gracias por compartirlo.
PD: Saludos desde Mallorca
Hola Ramon,
Gracias por visitar mi blog y dejar tu comentario.
Me alegro que te haya gustado el artículo.
Saludos.
Desde mi blcon de calafell hoy se ven dos,una grande y ala derecha una mas lpequeña.
HOLA MARCOS¡¡¡
ETERNO DILEMA ENTRE AMIGOS.
DESDE CALAFELL PUEDO DIVISAR LA COSTA DE MALLORCA?