Desde siempre he tenido inquietud por retratar nuestra hermosa luna enmarcada en el paisaje, dado el carácter y dimensión únicos que esta combinación otorgan a la escena. Comencé a experimentar esta idea a finales de los años ochenta, obteniendo resultados muy inspiradores y gratificantes, pese a que las herramientas empleadas entonces para realizar los cálculos astronómicos podrían ser calificadas hoy de rudimentarias. Gracias a los adelantos de la tecnología digital y la existencia de aplicaciones especializadas en orientación astronómica/geográfica, la fotografía de la luna en el paisaje ha alcanzado unas cotas asombrosas de precisión y calidad, eso sí, sujeta a una cierta complejidad logística y técnica.
Normalmente, los eclipses lunares no despiertan mi interés ya que suelen transcurrir a bastante altura en la bóveda celeste, y desde mi punto de vista personal, no hay nada tan aburrido como un disco lunar perdido en el cielo. Sin embargo, el eclipse de hoy es diferente, puesto que el satélite asoma por el horizonte ya bajo la sombra de la Tierra, circunstancia excepcional que permite retratar a Selene eclipsada junto con un primer plano terrestre. Un evento único en la vida que bien merece una planificación a conciencia. En mi mente, rápidamente dibujo una de esas imágenes imposibles de obtener al azar, del tipo “pasaba por ahí…”. Vamos adelante pues, con ”el proyecto”.
Para esta clase de fotografías, la elección del paisaje terrestre resulta decisiva y precisamente de ello dependerá el éxito de la imagen obtenida. No hay programas informáticos que generen buenas ideas, sino fríos datos de coordenadas y grados. De la imaginación y la creatividad del autor dependerá una adecuada interpretación de esa información para traducirla a una imagen sugerente. Por tanto, tras una búsqueda exhaustiva en mi propia “base de datos” mental —apoyado con mapas y fotos—, no resultó demasiado difícil dar con un motivo especial. Por descarte, me inclino por la hermosa estampa del Castell de Cadpepera, un majestuoso recinto amurallado del siglo XIII, cargado de historia, ubicado sobre una colina en el extremo oriental de Mallorca. Un motivo que servirá de lujoso contrapunto a la luna, ya que cumple con todas las condiciones necesarias en cuanto a orientación, toda vez que haya comprobado la viabilidad de situarme en el punto exacto determinado por los cálculos, que me lleva a una distancia de 1,8 kms. de la fortaleza.
Una vez confimada in situ la viabilidad del proyecto, los detalles deben ser estudiados en profundidad. Para ello, es menester considerar un sencillo conjunto de datos astronómicos, geográficos y fotográficos básicos. Teniendo en cuenta que el 27 de julio la luna asoma por el horizonte a las 20:57 horas, y que el sol se pone 12 minutos después, dispondré de un generoso margen de luz ambiental diurna para fotografiar el satélite acompañado del paisaje, sin que ninguno de ellos sufra de sobreexposición o subexposición, el eterno problema en imágenes de astros. Otra circunstancia a tener en cuenta —sobre todo en verano—, es la omnipresente bruma. Raramente la luna es visible en el momento exacto del orto astronómico, ya que la espesa calima en los niveles bajos de la atmósfera se encarga de ocultarla. Dependiendo del grado de visibilidad, la luna se empieza a apreciar cuando alcanza una altura de 2 ó 3 grados en el cielo, detalle que he tenido en cuenta. Eso sí, sin olvidar que cuando llegue a ese punto, serán ya las 21:20 horas, habiendo decrecido peligrosamente la luz ambiental. Entramos en la zona de “alto riesgo” por el exceso de contraste de luz entre el disco lunar y el paisaje, lo que significa llevar al límite las posibilidades técnicas de la cámara, si queremos evitar áreas «quemadas» o «negras» en la fotografía.
Al trabajar con distancias focales ultra largas —en este caso, 1.200 mm (equiv.), un aumento similar a unos buenos prismáticos— el cálculo de la trayectoria lunar debe ser riguroso. Un error de tan sólo medio grado arruinará la composición de la imagen planificada, y por tanto, dará al traste con el proyecto. Durante el “instante decisivo” en que la luna asoma sobre el motivo, el tiempo disponible para tomar la foto se cuenta por segundos, lo que concede un muy escaso margen de maniobra en caso de no afinar en los cálculos.
Afortunadamente, con el fin de asegurar al máximo los resultados, existe la posibilidad de realizar una “calibración” previa de la trayectoria lunar, lo que me permitirá reducir drásticamente el margen de error del alineamiento fotógrafo-motivo-satélite. La “calibración” consiste en obtener milimétricamente la trayectoria lunar prevista para un día, mediante el análisis de la trayectoria del día anterior. Un proceso que no puede ejecutarse sobre el mapa, únicamente en el escenario real. Esta previsión sólo es viable durante la fase de luna llena —los eclipses siempre se producen en esta fase— puesto que la órbita lunar del plenilunio y la víspera son muy similares entre sí y por tanto, se prestan a ser comparadas con relativa facilidad.
Así pues, ayer jueves visité la localización con este propósito, y también para familiarizarme con el lugar, y así poder desplazarme con soltura, en un momento crítico en el que no hay lugar para imprevistos. La calibración es un proceso relativamente sencillo, aunque no lo suelo poner en práctica habitualmente. Pero debido al carácter extraordinario del evento de hoy, la considero obligatoria.
Por si esta exposición de factores logísticos no fuera suficientemente compleja, aún debe considerarse otro más, en este caso, el enfoque de la óptica de larguísima focal. Los súperteleobjetivos tienen la capacidad de comprimir exageradamente la perspectiva, creando un interesante efecto al fotografiar dos objetos alineados, aparentemente cercanos, pero muy distantes entre sí. El inconveniente que presenta el uso de estas lentes es la relativa escasa profundidad de campo, por lo que resulta esencial conocer de antemano el dato de la distancia hiperfocal para obtener una imagen con máxima nitidez y evitar así fotografías borrosas ruinosas. La hiperfocal es un concepto básico para todo fotógrafo y puede obtenerse mediante una compleja fórmula matemática o más fácilmente en calculadoras online.
Y llegó el día de poner en práctica los preparativos. Tras conocer de antemano el terreno y su accesibilidad, estudiar a fondo el motivo y trayectoria del satélite para una correcta alineación, valorar las condiciones de luz ambiental y ejecutar la calibración, me posiciono en el punto elegido, a la espera de la salida de la luna y confiando que unas repentinas nubes altas no me oculten la visión providencial. La escena mágica soñada se forma matemáticamente. No hay nubes en esa zona del cielo y el contraste de luz entre el disco lunar y el castillo, pese a ser ya muy alto, es aceptable. He concluido el proyecto satisfactoriamente y ya puedo relajarme.
Para imágenes de ejecución sofisticada como ésta, resulta imprescindible el apoyo de programas informáticos de orientación. Si bien recomiendo prescindir en la medida de lo posible las ayudas externas cuando no son necesarias. De esta forma, el fotógrafo de naturaleza educa y desarrolla sus mejores recursos: los ritmos y matices de la luz, de los astros, de la meteorología y del transcurrir del tiempo, evitando la “anestesia” de la capacidad cognitiva que ejerce en nuestra mente un uso sistemático de herramientas externas en actividades creativas. El artista del paisaje posee un buen dominio de las variables del entorno, que le permite adelantar situaciones, decidir por sí mismo y depender así lo menos posible de las ayudas externas, que además, no siempre estarán disponibles.
Para esta fotografía empleé un cuerpo Olympus E-M1 Mark II (cortesía Laboratorio Cliché), una óptica Nikon de 600mm f/5.6 manual y un adaptador. Estabilicé el equipo acomodándolo sobre una pila de ligeros bean bags (bolsitas de semillas), colocadas a su vez sobre el techo del coche. Para capturas realizadas con focales largas y a bajas velocidades, descarto el uso del trípode, ineficaz para evitar trepidaciones. Exposición única. No se han realizado recortes en la imagen, excepto una pequeña banda inferior para convertir el formato micro-4/3 de Olympus al clásico 3/2.
Aprovecho para recordaros la próxima efeméride astronómica más destacada: el eclipse total de sol del 12 de agosto del año 2.026, cuya franja de totalidad recorrerá las islas Baleares y gran parte de la península, en el preciso momento del atardecer. Una experiencia única en la vida que promete ser cautivadora y que, por una vez, disfrutaremos sin salir de casa.
Una clase magistral.
Que maravilla controlar tanto y tan bien el hermoso arte de la fotografía.
Y no sólo por captar de forma tan hermosa un momento tan histórico como ha sido este eclipse lunar, esta luna de sangre tan fascinante y cautivadora, sino por las fantásticas y conmovedoras imágenes que compartes de tus niños, tus familias, de la mejor parte de tí y de la vida cuando se vive, pero se VIVE disfrutando de ella plenamente, dando lo más valioso que tenemos (tiempo) por el simple placer de recibir la sonrisa de un pequeño que nos enseña que un poco de tiempo dedicado a ellos vale más que cualquier opulencia.
GRACIAS JAVIER.
Gracias Eva María por comentar. Celebro que mi relato te guste. Si no sacamos tiempo y disfrutamos con lo que nos gusta de verdad, qué sentido tendría la vida? Al fin y al cabo, lo único que nos llevamos son las experiencias. Un saludo.
Hola Marcos,
Como bien dice Eva María, toda una clase magistral tu artículo. Artículo que además, pone de manifiesto el entusiasmo y esmero con el que abordas tus proyectos, fruto de la pasión que te mueve para la consecución de estas mágicas fotografías. Un placer leerte y observar el fruto de tu trabajo. Enhorabuena y… a pensar en el próximo reto!
Un abrazo
Gracias Fernando por tus impresiones entusiastas. La fotografía de la luna es una vieja amiga que me acompaña desde siempre y el camino hecho ha sido pausado pero muy gratificante. Sigo sin perder el interés y estoy encantado de compartir mis vivencias con los demás. Por cierto, excelentes tus imágenes del Castillo de Biar con esa hermosa luna de sangre! Tú tampoco te quedas atrás! Un abrazo.
Magnifica foto y magnífico reportaje!!! aunque no me eaperaba menos de ti. Una narrativa que engancha de seguida como la mejor de las novelas y eso que el propósito era solo hacer «una foto». Pero como en casi todo resultado magistral, detrás hay un largo recorrido.
Uno de los pàrrafos que me han proporcionado gozo intelectual de leer, especialmnte este:
«el fotografo educa y desarrolla sus mejores recursos: la luz, los ritmos, los astros y los tiempos, evitando la “anestesia” producida por un uso sistemático de herramientas externas en actividades creativas.»
En resumen, que te felicito por la foto y por como te explicas. Por cierto, y esto ya lo digo como comentario mas simple; curioso que tanto tu como Fernando hayais escojido como motivo terrestre lunático un castillo. ¿Coincidéncia? Jeje. Magnífico xcierto tambien el reportaje de Fernando. Luego le felicitaré también en su blog.
Muchas gracias Marc por tus impresiones. Te tengo mal acostumbrado! je je…. En el relato, por motivos de espacio y para no marear al personal, he obviado muchos detalles y matices, pero esto ya da una muy buena idea del proceso. En cuanto a la «anestesia», es importante recalcarlo. Muchos piensan que, cuanto más puesto estés con las herramientas informáticas, menos trabajo te llevará la foto y mejores resultados. Error garrafal. Ante todo, el artista del paisaje debe tener un buen dominio de las variables del entorno, para disfrutar de la maravillosa capacidad de decidir por ti mismo y depender lo menos posible de las ayudas externas, que no siempre estarán disponibles. Lo que me comentas de Fernando… Alicante tiene un patrimonio enorme de castillos, y teniendo en cuenta que él está familiarizado con ellos, supongo que para el tema de la luna le habrá venido de perlas. Le estuve animando a que saliera, por lo excepcional del evento. Le encantará que le dejes un comentario. Un abrazo, nos vemos!
Hola Marcos,
I love your photo and I admire your «Making of» of it.
You really got the «instante decisivo» = «decisive moment» = «Entscheidender Augenblick» = «moment decisif» (Henri Cartier-Bresson)
I have marked 12 de agosto del ano 2026 in my longterm calender to be there.
Saludos
Markus
Hello Markus,
Thank you so much for your enthousiastic comment. The fact that you took the trouble to translate the article into German proofs how much you are interested in my «story»! I have been aware so many years now about the «decisive moment», the «critical instant», or the «unrepeatable moment», —name it as you like—. This is true not only with the moon, but with all other subjects in Nature, in the Street, in a Studio Portrait shooting…. I learned it for myself as I acquired experience in the field since the eighties. I have never read any book of photography until XXI century. The Sonnenfinsternis of 2.026 promises to be a terrific experience and we’re so happy that’s going to be visible at our own home! It is the perfect event to come back to Mallorca! Cheers!