Ayer sábado 10 de febrero, las cumbres de la Serra de Tramuntana mallorquina amanecieron bajo un grueso manto de nieve. En enero, una gran masa de aire ártico en altura hizo tiritar a numerosas ciudades centroeuropeas, desplazándose después a la península ibérica y África. No fue hasta ayer que la anunciada ola de frío alcanzó las islas Baleares, con unos discretos 4ºC en Palma y con una particularidad que no me pasó por alto: la altísima transparencia del aire, debido al origen continental de los vientos. Un fenómeno extremadamente inusual en las islas del Mediterráneo. No todas las invasiones árticas vienen acompañadas de aire limpio. Desde la costa norte de Mallorca, la línea del horizonte en dirección a Catalunya se apreciaba más cercana y definida que nunca. Recordemos que una atmósfera diáfana favorece, entre otras cosas, espectaculares colores saturados en la puesta de sol así como una excelente visibilidad lejana. Como fotógrafo de paisaje, mi sentido de la oportunidad me sugirió ascender a las alturas para intentar divisar tierras peninsulares, habitualmente invisibles. Por su parte, desde Barcelona, el compañero Marc Bret —entusiasta observador de tierras lejanas— me reiteró las excepcionales condiciones reinantes del momento en su región. Cabe recordar que, la observación de la península desde Mallorca es mucho más difícil que a la inversa, debido a la desfavorable orientación de la luz del sol.
A las 4 de la tarde alcancé los 1.100 metros de altura en el corazón de la Serra de Tramuntana, cerca del Puig den Galileu, donde, decidí establecer el «observatorio», ya que no podría avanzar más por el considerable espesor de nieve. Bajo mis pies, la costa norte, el monasterio de Lluc, el Tomir y el Puig Roig. Unos frutos secos y una barrita de chocolate me distraerán por un rato de la fuerte ventisca y las temperaturas negativas.
¡Ahí esta! Escrutando detenidamente el horizonte nítido y luminoso, distingo sin esfuerzo la silueta de la cordillera litoral catalana a la altura de Tarragona. Más a la derecha, destaca una prominencia familiar que reconozco inmediatamente: el macizo de Montserrat. En estos momentos vienen a mi mente todas esas antiguas crónicas y algún poema de Joan Alcover dedicados a la visión de Montserrat desde Mallorca, en un tiempo en que el contacto visual entre las dos orillas era mucho más habitual gracias al cielo incontaminado. Más la derecha, muy tenuemente, aparece débilmente una larga hilera de relieves, esta vez de color blanco: los Pirineos. Aunque a ojo desnudo resulta difícil identificar bien las montañas, la presencia de nieve y la sutilidad debido a la enorme distancia me sugieren que estoy viendo la Serra del Cadí, el Pedraforca, el Puigmal, el Montseny, La Tossa d’Alp y… ¡no puede ser! ¿¡el Pic du Canigou en Francia!?
La inconfundible silueta de Montserrat (1236 m.), durante la puesta de sol, a 218 km. en linea recta. A su derecha, y mucho más alejado —285 km.—, el Pedró dels Quatre Batlles, en las proximidades del Port del Comte. Insignificante, más a la derecha, casi rozando el horizonte, se adivina la cumbre blancuzca del Pic de Salòria, distante 325 km. Es nada menos que el punto más lejano visible desde Mallorca, ubicado a la misma latitud que Andorra capital.
He venido preparado con mi mejor equipo fotográfico. Si la mochila que me hace de apoyo sobre la nieve me lo permite, podré retratar con fidelidad la larga fila de objetos lejanos difusos que detecto en el horizonte. La sesión de fotos se prolonga hasta la puesta de sol. La emoción que me embarga hace que me olvide de las duras condiciones que me rodean, hasta que las manos, ya doloridas por el intenso frío, me obligan a abandonar y descender en la penumbra.
El plà de ses Cases de Neu, un mirador de altitud discreta y asequible.
El «observatorio» improvisado ?
Una vez analizadas las fotografías e identificados los paisajes gracias al impagable visor de Ulrich Deuschle, os presento una breve selección de las imágenes más significativas.
Nota: las fotografías de paisajes lejanos han sido deliberadamente sometidas a un revelado agresivo con el fin de resaltar los detalles del motivo. En este caso, considero que prima el interés documental sobre la calidad de la imagen, ya que no se trata de fotografías de paisaje al uso. Clicar para ampliar en ventana nueva.
Por vez primera logro ver el Puigmal (2909 m.). La montaña gerundense asoma sobre las extensas tierras del Maresme, la Garrotxa y el Ripollès, a 292 km. de distancia.
Otra primicia largamente anhelada: el Pic du Canigou (2784 m.), enteramente en territorio francés, a 303 km. de distancia desde mi posición.
Una ventana de luz rasga el cielo del ocaso, bañando las montañas de la isla con una intensa luz dorada. El mejor regalo posible para concluir una jornada tan emocionante como agotadora. De izda. dcha. Puig Roig, Puig de Femeníes, Tomir y Puig den Galileu.
Gran crónica de una fantástica sesión fotográfica! Te veo en plena forma, qué bien! Enhorabuena por los resultados y por el disfrute de ese «momento Flow»!! Un abrazo!
Muchas gracias por comentar Fernando. Corramos un estúpido velo sobre la ‘buena forma’, y recordemos aquello de ‘las ocasiones las pintan calvas’… la última vez que vi los Pirineos desde la isla fue hace 8 años. En tu jerga, ‘un día vivido’. Otro abrazo para ti!
Hola Marcos, el Sábado 10 de Febrero y de manera totalmente casual tuve la fortuna de divisar tierras peninsulares descendiendo del Sementer Gran i Cornadors hacia el camí des Barranc de Biniaraix, justo en la zona donde están las primeras barreras de las casas de l’Ofre. A mi compañera de ruta le hice la broma de que se divisaba Cabrera pero al caer en la cuenta pensé que realmente divisábamos cumbres peninsulares.
Al ser de forma totalmente casual y no disponer de equipo fotográfico alguno intente con un Huawei Mate 10 captar algo minimamente perceptible cosa que conseguí, al menos a título personal y en tomas muy puntuales.
Tengo una serie fotográfica en distintas coordenadas de mi descenso por el Barranc de Biniaraix con las coordenadas exactas ya que utilizo un gps de montaña Garmin .
Mi usuario en facebook es tencunsomierasolivar, con la fotografiá más clara publicada de imagen de mi página; me gustaría saber exactamente lo que vi con tu ayuda; por mis medios he acotado que las montañas divisadas están entre Castellón y Teruel, pero como soy totalmente inexperto y fue pura casualidad de estar en el lugar correcto a la hora idónea, después de la puesta de Sol dudo bastante lo realmente visto.
Si me puedes ayudar en aclarar el tema lo agradeceré. Para mi fue como si me tocase la lotería en un día que por las condiciones meteorológicas en gran parte de la excursión se convirtiese en una experiencia única que tuvo de premio esas montañas.
Hola Guillem. Gracias por comentar. Sin duda el sábado era uno de esos días de limpieza absoluta del aire que tenemos, como mucho, 3 o 4 veces al año en Mallorca. Verás que te he respondido a tu consulta directamente en Face. No obstante, ya que me comentas que has tomado una batería de fotos de lo que sospechas que es la penin, te invito a que me las envíes a tamaño natural para poder analizarlas y darte mi valoración. Un saludo! Marcos.
Mi correo: marcos4807@gmail.com
Que fuerte, el Canigó desde Mallorca!!! Y que fotos tan buenas!
Como decía un conocido entrenador del Barça (Johann Cruiff) «, se te pone «la gallina de piel»…
Ja ja ja ja! Muy bueno lo de la Gallina de Piel ! Gracias por comentar Joan. Ni yo me lo creo. Tantos años esperando el día y de repente, ¡zas! Pues te digo una cosa, el Puigmal y el Canigó pueden verse aún con más claridad, si se presentan las condiciones adecuadas. Lo sé porque un buen amigo, hace ya más de 15 años, vio el Puigmal blanco a simple vista desde el Massanella, sin ayudas visuales. El sábado, sin ayudas visuales, no vi más que Montserrat. Así que, lo mejor aún está por venir. Si las fábricas de carbón chinas no han acabado ya del todo con la calidad del aire mundial. Un abrazo.
Gracias por las puntualizaciones. Ya he rectificado los topónimos. Saludos!