El prestigioso concurso internacional de fotografía de Naturaleza Glanzlichter se celebra cada año, auspiciado por la entidad Projekt Nature & Fotografie, radicada en Fürstenfeldbruck, un encantador pueblo perfectamente comunicado por tren con Munich, a 30 km. La ceremonia de entrega de los premios Glanzlichter marca el inicio de la «Fürstenfelder Naturfototage», un largo fin de semana intensivo con diversas actividades dirigidas a los amantes de la foto de natura: ponencias y audiovisuales de autores alemanes reconocidos, multitud de stands comerciales para probar todo tipo de material, agencias de viajes especializadas, autoedición de libros o simplemente disfrutar de un almuerzo típico bávaro en un tranquilo Biergarten a la sombra de unos frondosos árboles.
Esta fue mi experiencia, el pasado mes de mayo, al acudir a recoger mi premio, el primero al que me presento y el primero que gano.
Vuelo directo Palma-Munich con Air Berlin. Alemania está bajo los efectos de una ola de calor sofocante, mientras en Palma se abrigan y sacan los paraguas. Vistas de Fürstenfeldbruck desde el antiguo puente sobre el río Ammer.
El camino desde el hotel hasta el recinto del festival no puede ser más idílico. Monasterio de Santa Maria (año 1740).
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Llegada al recinto de la Naturfototage, frente al monasterio. Este edificio alberga, entre otras modernísimas instalaciones, un espectacular palacio de congresos, donde se celebra esta tarde la ceremonia de los premios.
En la entrada nos espera el puesto de información y venta de los libros anuales de los premios Glanzlichter.
Exposición de las fotos ganadoras y las menciones de honor, distribuídos en el local por categorías (paisaje, aves, blanco y negro, etc.).
Uno no puede evitar emocionarse al comprobar cómo la organización trata el trabajo del fotógrafo. Cada obra finalista cuenta con su reproducción a pequeña escala, en un atril contiguo, donde aparece la descripción que cada autor hace sobre su obra.
Existen ediciones especiales de lujo del libro Glanzlichter.
El palacio de congresos, momentos antes de llenarse hasta la bandera para la celebración de la ceremonia. Los asientos están enumerados y previamente han sido reservados por cada asistente vía internet.
En el transcurso del acto tan esperado. Con dificultad para entender el alemán, oigo mi nombre para subir al estrado. Recibo el premio a la fotografía ganadora en la categoría de paisaje de manos de la presidenta y fotógrafa Mara Führmann. Me llama poderosamente la atención la admirable organización de la ceremonia. El paso de 45 personas por el estrado —una por una— fluye con agilidad, sin el menor imprevisto y con algún comentario humorístico. El momento de las entregas de premios se produce en un emocionante silencio que le otorga un ambiente de solemnidad. Después, realización de retratos del premiado por una nube de fotógrafos autorizados. Y luego la ovación. Se perciben años de experiencia acumulada por la organización, que hacen de este evento de casi dos horas un rato ameno, sobrio y bien dirigido.
Todos los ganadores de premios y menciones de honor que asistieron a la ceremonia, de diversas nacionalidades, principalmente de Europa. Estaba prevista la presencia del reputado fotógrafo chino Yuan Minghui —ganador de dos premios—, pero desgraciadamente, las autoridades le negaron la salida de China en el último momento. Suponemos que debió ser un duro revés para el artista conocido internacionalmente.
Otro momento de la ceremonia. Un servidor, sosteniendo el trofeo y el premio. En el extremo derecho, el madrileño Daniel Jara, ganador de una mención de honor en Paisaje. En total, fueron doce los españoles ganadores de menciones de honor en diversas categorías, aunque sólo dos asistimos.
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Termina la ceremonia. Impresionado por la altísima calidad de la proyección en pantalla, le pido a Franz, el encargado del control de imagen y sonido, que me explique qué equipo utilizan. El proyector Panasonic PT-DZ13K es, probablemente, el mejor proyector del mundo para largas distancias. Pesa 24 kg y su precio ronda los 70.000 euros. Extraordinarios también la mesa de mezclas de audio y el software de presentación de audiovisuales.
Traslado en autobús de la organización al restaurante de la Sparkasse (Caja de Ahorros), uno de tantos patrocinadores de la Naturfototage. La ceremonia incluye una cena con todos los premiados y sus parejas. Mesa de la «colonia española». Atención a la decoración de las paredes: las fotos ganadoras. Insólito detalle.
Día posterior. Una de las salas del recinto: exposición de autores externos al concurso y cafetería.
El singular stand de Leica.
Los drones —demostraciones incluídas—, muy presentes en el festival.
La primera vez que veo una llama ¡tenía que ser en Alemania!
Próxima suelta de aves amaestradas: 11:30 h. Preparen su teleobjetivo.
Zona de los superteles. Todos prestos para testear por el entusiasta.
Probablemente la única vez en mi vida que vea el famoso «monstruo verde»: el Sigma 200-500mm f/2.8 APO EX DG.
Nunca pensé que haría una foto de un águila a través de un telescopio (digiscoping). ¡Y con mi móvil..!
Uno de tantos stands de las firmas más populares.
A este punto del dia, y visto lo visto, uno se da cuenta de que, en Alemania, la fotografía de naturaleza, a diferencia de otros países como el nuestro, es un negocio consagrado hace mucho tiempo. Una auténtica industria que genera una cultura propia. Y dicho de paso, un gran respeto por el fotógrafo de Naturaleza. Algo desconocido en España.
Es el momento de una pausa para comer, en el delicioso Biergarten del mismo recinto.
Y ya me despido por hoy del festival, con la intención de hacer una visita al centro histórico de Munich. Vista parcial del recinto, con el monasterio de Santa María al fondo.
Y para terminar, el fastuoso y recargado interior del monasterio de Santa María.